La princesa de Éboli y la cripta de los Mendoza ( Pastrana, España)






Retrato de Ana Mendoza, princesa de Éboli. (Public Domain)




La Casa de Mendoza es una de las familia más poderosas en la Historia de España. Especialmente en la Baja Edad Media y el Renacimiento. Su origen se localiza en la localidad de Mendoza, cercana a Vitoria, en la actual provincia de Álava. El linaje se remonta a Iñigo López, señor de Vizcaya en la segunda mitad del siglo XI. Entre los miembros importantes de esta dinastía destacan algunos que han desempeñado un lugar importante en la historia de España: Iñigo López de Mendoza que luchó en la batalla de las Navas de Tolosa; Gonzalo Yañez de Mendoza que se asentó en Guadalajara llegando a ser regidor de la ciudad; Gonzalo Pérez de Mendoza, el mártir de la batalla de Aljubarrota; Diego Hurtado de Mendoza, almirante de Castilla; Iñigo López de Mendoza el conocido en Literatura como Marqués de Santillana; Diego Hurtado de Mendoza, hijo del anterior y el que inició la construcción del castillo de Manzanares el Real y el Palacio del Infantado en Guadalajara; Iñigo López de Mendoza y Quiñones que participó en la toma de Granada... y  así otros muchos que darían para una prolija saga de novela o de ficción televisiva.
Sin embargo nos vamos a centrar en una mujer que pertenecientdo a esta importante familia sería por sí sóla argumento suficiente para una interesante teleserie,  siempre que se abordase con el suficiente gusto; algo que a veces se echa a faltar en muchas producciones españolas. Pero ese es otro tema. No era otra sino Ana Hurtado de Mendoza de la Cerda y de Silva y Álvarez de Toledo (1540-1592), que entre sus muchos títulos ostentaba el de duquesa de Pastrana, princesa de Melito, duquesa de Estremera, etc., pero el título con el que ha pasado a la historia es el de Princesa de Éboli, por su matrimonio con Ruy Gómez de Silva, valido del rey Felipe II de España que ostentaba ese tratamiento.
Hija del virrey de Aragón, Diego Hurtado de Mendoza  y de la Cerda, I príncipe de Mélito y Virrey de Aragón. A los trece años casó con el noble portugués Ruy Gómez con el que tuvo 10 hijos, algunos de ellos también muy destacados en la vida pública de aquel tiempo. La Princesa de Éboli, es facilmente reconocible por su parche en el ojo, una imagen icónica de la que no se tienen muchas referencias, a decir verdad. Unos dicen que era tuerta y otros creen que era estrábica pero hay pocos datos al respecto. Lo que si se sabe que era mujer de gran belleza y talento. También se tiene noticia de sus conflictos con Teresa de Jesús, pues queriendo ser monja del convento de la orden, fundada por la santa de las Carmelitas Descalzas en Pastrana, no quiso, sin embargo, renunciar a su vida de lujo, manteniendo sus joyas y sus criadas. Eso fue mótivo  para que fuese abandonada por orden de Teresa por las monjas, algo que la princesa no olvidó. Enviudando de Ruy Gómez a la edad de 33 años, aparcó su idea de ser monja, algo habitual en  aquella época y esta vez no quiso renunciar a su vida de noble cortesana. Debido a su alta alcurnia, tenía una relación estrecha con Felipe II, al que denominaba "primo" y algunos la consideraban su amante, aunque no hay pruebas de ello. Si se sabe, en cambio, que mantuvo una relación amorosa con Antonio Pérez, secretario del rey. Aquella relación fue descubierta por Juan de Escobedo, secretario también de Juan de Austria, héroe de Lepanto e hijo ilegítimo de Carlos I, y por tanto, hermanastro del monarca. Escobedo fue asesinado a estocadas y, aunque no parece estar clara su implicación en el crimen, Antonio fue acusado por ello, lo cual le condujo al potro, y después de ser torturado se le condenó a muerte; aunque, afortunadamente para él, pudo escaparse y finalmente se exilió en Francia. Ana también cayó en desgracia. Los motivos no están claros, pero era  previsible que su relación con Antonio Pérez le acarrearía complicaciones. Además, con el antiguo secretario, también estuvo implicada en complejas intrigas de matrimonios y política exterior. Asunto importante, pues ambas cuestiones estaban indisolublemente unidas en aquella Europa del siglo XVI, donde los matrimonios de príncipes y princesas movían fronteras, causaban guerras, o al contrario, servían a veces, para firmar la paz.
Lo cierto es que Felipe II encerró a Ana de por vida, primero en el torreón de Pinto, después en el castillo de Torremocha en Santorcaz  y por último en el palacio ducal en Pastrana, propiedad de la familia Mendoza. Allí es muy conocido el gran balcón enrejado con vistas a la Plaza de la Hora, así llamada porqué allí  dejaban asomarse a la princesa cautiva una hora al día. Aunque suplicaba por cartas a "su primo" que la liberase, el rey que la llamaba "marrana" (tal vez por su apellido) fue cruel con ella y mantuvo el cautiverio hasta su muerte, el 2 de febrero de 1592.
 Ana de Mendoza fue enterrada en el panteón en la cripta de la Colegiata de Pastrana, junto a su marido Ruy Gómez y algunos de sus hijos. Precisamente fue su hijo menor, el obispo de Sigüenza, Pedro González de Mendoza quien llevó a cabo las obras de esta cripta, que se remonta a 1637, bajo el altar de la Colegiata para crear un lugar apropiado donde albergar los restos mortales de sus padres, los suyos y  de los demás miembros de su familia. El panteón, aunque austero, denota que se trata de un lugar destinado a albergar personajes de cierta importancia. Un visitante observador debe darse cuenta que los sarcófagos, ya sean de mármol, jaspe o piedra caliza, son todos de pequeño tamaño, lo que hace imposible colocar un cadáver allí. Hablaríamos, más bien de urnas funerarias. Encontramos la respuesta en unas losas con argollas ubicadas en el pavimento. Debajo del mismo se encuentra una curiosa "estancia" que ya existía en el Panteón de los Reyes de El Escorial. En efecto, allí en el subsuelo está el llamado "pudridero"donde los cuerpos primero deben reducirse a huesos para acomodarse en un espacio tan exiguo.

Vista panorámica de la cripta

Vista de la cripta de Los Mendoza



Retrato de la princesa de Éboli sobre su tumba




Detalle de una urna funeraria


Bajo estas losas se encuentra el llamado "pudridero"



Vista general de la cripta











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