Pueblos muertos I: Polvoranca, la aldea maldita (Leganés, España)




Vista del poblado


Al sur de Madrid, entre grandes ciudades dormitorio: Leganés, Alcorcón, Móstoles y Fuenlabrada, encontramos el parque de Polvoranca. Esta gran zona verde se extiende por antiguos campos de cultivos y una zona lacustre que dio nombre a Leganés;  debido a sus muchas lagunas y légamo (cieno) y de ese nombre "legamar" procede la actual denominación. La mayor de estas lagunas, la Maripascuala ha sido encauzada y actualmente es el reclamo principal del parque. No muy lejos de ésta, se puede observar una iglesia de ladrillo que se cae a pedazos. Se trata de los restos de la iglesia de San Pedro Apóstol construida en el siglo XVII en estilo barroco. Quien no conozca nada de la zona quizá se sorprenda al saber que este destrozado edificio es lo único que apenas permanece de la antigua aldea de Polvoranca y que  ha dado  su nombre a este gran parque. Y es precisamente la gran abundancia de agua, de lagunas y de riachuelos que  existía y aún existe en este lugar la que motivó que acudieran aquí, desde tiempos remotos los primeros pobladores. De hecho, en el año 1999,  se  halló en esta zona, un crematorio funerario fechado en más de 2.500 años
¿Qué queda de esa antigua aldea? Aparte de la iglesia, poco o casi nada: Las ruinas de una antigua casa solariega, algunos muretes de otras edificaciones y también se adivina el trazado de alguna calle y lo que parece una muralla que rodeara al pueblo. También hay indicios de existir pequeños huertos con árboles frutales, en concreto almendros que aun hoy en día ofrecen su cosecha. Lo que hoy sabemos es que eso que atrajo en primer lugar a sus pobladores, la abundancia de agua, fue lo que acabó con ellos. En efecto, las charcas cenagosas que rodearon el lugar, que en principio abastecían un riego seguro, debieron ser, en cambio, un lugar malsano para sus pobladores. Aquello que entonces se denominaba peste y que se desconocía su origen, ahora sabemos que estaba causado por los mosquitos culpables del paludismo llegando a castigar con mortandades periódicas a sus pobladores. Aquellas periódicas "pestes" causantes de gran mortandad fueron las causantes del despoblamiento del lugar ya en el siglo XIX. También tuvo cierta influencia el crecimiento de la vecina población de Legánes que atrajo a sus pobladores. No en vano, Polvoranca se puede considerar como la semilla de esta ciudad, pues hacia finales del siglo XIII varios de sus habitantes fundaron esta hoy este gran núcleo del sur de Madrid.
De su historia sabemos que la aldea ya existía desde comienzos del siglo XII y fue en el XVII cuando llegó a su época de mayor esplendor, alcanzando esa cifra ya descrita de 300 habitantes. Es por entonces cuando se levanta la iglesia de San Pedro Apóstol, terminada en 1655. El templo, que se edificó sobre una anterior ermita, destaca por sus grandes proporciones y por su porte que delata un origen, al menos importante. Los arquitectos que llevaron a cabo esta obra fueron, nada menos, que Francisco de Mora y su sobrino, Juan Gómez de Mora. Ambos estaban considerados de los más prestigiosos arquitectos de la época en España. El primero, discípulo de Juan de Herrera con quien trabajo en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial,  es el autor, entre otros de  edificios tan importantes como el Palacio Ducal de Lerma o el de los Consejos en Madrid. Del segundo, nombrado nada menos que arquitecto de Felipe II destacamos obras tan importantes como la Casa de la Panadería y otras de la Plaza Mayor de Madrid y la Casa de la Villa, antiguo ayuntamiento de Madrid. Debió ser un lugar, por tanto, de cierta importancia y de tal modo es así, que algunos aseguran que Juan de Austria vivió en esta localidad, pero, desafortunadamente, no hay fuentes documentales de tal hecho. También se asegura que por esta época, el poeta Fray Luis de León frecuentaba el lugar.
Tras ese momento de máximo esplendor, llega la decadencia. Como aludimos antes, aquella “pestes” empiezan, o mejor dicho reanudan, su mortal función, haciendo mella entre sus sufridos pobladores. Tenemos que imaginarnos lo que debía suponer en aquel tiempo ver morir a varios de los miembros de tu familia cuando todos los brazos dedicados para las labores del campo eran necesarios. El resultado de ello consistiría quizás en que la cosecha quedase sin recoger. A la enfermedad seguiría la hambruna y a esta el éxodo y finalmente al despoblamiento que se produjo ya en el siglo XIX. No obstante, se tiene constancia, según el periodista y escritor Javier Leralta, que hasta bien entrado el siglo XX hubo gente viviendo en Polvoranca. Su última habitante fue una tal Cecilia que utilizaba la pila bautismal de la iglesia como lavadero.
Todo este proceso de pestes y hambrunas creo una mala fama de Polvoranca como lugar inhabitable y maldito. Existen leyendas como la que asegura que una noche de difuntos murieron varias personas en el pueblo y desde entonces se han acrecentado los rumores de que en esa noche si uno se acerca por las ruinas se oyen voces y lamentos. También se cuenta que en este lugar hay enterradas vasijas con joyas y monedas de oro. Hubo gente que excavó la zona en busca de esos tesoros. No  sabemos el alcance de estas búsquedas, pero lo que si se han hallado aquí son restos humanos. La explicación de ello es la utilización como cementerio de la iglesia; algo, por otra parte, bastante habitual en aquella época. De ello nos habla el periodista Jorge Semprún en una crónica para el diario  ABC de 1957: "Hace algunos años, al derrumbarse una pared medianera, se descubrieron los esqueletos, hoy enterrados en Leganés, de toda una familia marquesal, lo que se deduce, debido a las espuelas de oro y otros ornamentos que, junto a los restos de los varones, fueron hallados (…) En otro muro, frontal al anteriormente citado, se encontró el cadáver de una joven, el cual, embalsamado, conservaba en toda su pureza los bellos rasgos de damisela, hija sin duda de una de las familias señoriales de Polvoranca" .En el año  2005, se encontraron restos óseos en el exterior de la iglesia, algo que también se explica por el hecho de evitar malos olores y epidemias.
Hoy toda la zona está vallada y hay carteles repartidos por todo el perímetro que avisan de la prohibición de acceso por el peligro de derrumbe inminente. Los únicos habitantes que permanecen aquí, son los conejos que corretean por el interior de la iglesia y las palomas que anidan en sus agrietados muros. En el exterior de la iglesia hay también una colonia de abejas en la que apicultores locales han establecido aquí, a salvo de intrusos esta actividad milenaria entre los urbanitas de Legánes .   
El lugar, que forma parte del gran parque del sur, sigue teniendo un aspecto, en cierto modo tétrico, debido a su perenne soledad, que se acrecienta sobre todo al caer la noche. La iglesia permanece en pie, cada día con más grietas y siempre en peligro de derribo inminente. Los planes de rehabilitación nunca se han llevado a cabo. Es triste saber que los pocos restos que aún quedan, terminaran siendo un montón de escombros algún día no muy lejano y con ello se alcanzará el olvido de este pueblo maldito que nunca tuvo mucha suerte.


Añadir leyenda
Casa solariega

vista panorámica del interior

vista del interior del templo





las grietas anuncian un cercano desplome


a provechando la tranquilidad del lugar hay varias colmenas instaladas


Comentarios

Entradas populares