Las minas de carbón de El Bierzo (Fabero, España)

 
Castillete



Entre las distintas modalidades del nuevo turismo, resalta el  minero e industrial. Antiguas instalaciones obsoletas, resultado de la innovación tecnológica y de las nuevas fuentes energéticas,  resurgen de nuevo, esta vez como objetivos turísticos. Lo que antes eran desechos de una industrialización generadora de prosperidad, pero también de paisajes degradados; ahora son mirados con nuevos ojos. Resulta interesante visitar estos lugares y aprender de una manera directa como se generaban los antiguos recursos. Las instalaciones ligadas a este tipo de industrialización ya superada, han sido revitalizados como elementos históricos e incluso arqueológicos. Tal es el caso de las minas de carbón abandonadas en la zona del Bierzo en la provincia de León, de las que se pretende, en el futuro, sean un parque cultural temático dedicado a la minería del carbón. Vamos a conocer tres explotaciones mineras pertenecientes a un mismo grupo, Antracitas de Faberoque explotaba las minas de carbón y que suponían la principal fuente de ingresos de esta zona hasta que las nuevas políticas energéticas y económicas, menos dependientes del carbón y adaptadas al nuevo marco de la Comunidad Europea, las condenaron al olvido. Al menos, hasta ahora.

La primera de estas zonas es el área industrial conocida como Pozo Viejo, localizada en la localidad de Lillo del Bierzo, muy cercano a Fabero. Se trata de un pozo vertical de mas de 100 metros de profundidad excavado a finales de los años 20 del pasado siglo. En el cartel informativo junto al pozo se lee lo siguiente: "En 1928, Diego Pérez Campanario profundiza hasta los 110 metros en el pozo ante el que se encuentran, conocido como Pozo Viejo, alcanzando la denominada capa 1º Fabero. Este Pozo se convertía en el más importante de la Cuenca de Fabero. El carbón se arrancaba, por aquel entonces, a golpe de pica, maza y pala - más tarde llegó en martillo picador-, cargándose en vagonetas que se enviaban al lavadero de La Recuelga a través de una linea de baldes aérea de 95 castilletes y 246 vagonetas. En el lavadero se separaba el carbón de las sustancias inservibles (estériles) y se clasificaba por tamaños: el de mayor tamaño se utilizaba en las calefacciones de las grandes ciudades y el de menor era destinado a las centrales térmicas. En la actualidad aún podemos contemplar el castillete con sus poleas, la jaula, el cable y las cadenas, por donde accedian personas y vagonetas al interior del pozo".Sin embargo, además del pozo en sí mismo, habría que destacar todas las instalaciones anexas, cuyo aspecto (al menos en la fecha de mi visita, en agosto de 2020) era de completo abandono y degradación. Junto al pozo, llama la atención un edificio de 3 plantas, el cual albergaba las oficinas de la empresa, ahora parece ser pasto de okupas. Algo más alejado nos encontramos una serie de almacenes y talleres, algunos de ellos en estado de ruina. Algo más alejado y en una zona con un concepto más residencial, nos encontramos con dos de los inmuebles más representativos de esta zona: El economato y un sanatorio conocido como "el hospitalillo", donde se trataban las enfermedades y dolencias propias de los mineros y que incluso contaba con una sala de operaciones propia. Destaca su portada vintage. El Economato lo reconocemos porque aún podemos leer en ajados caracteres sobre la fachada su antigua función. Sorprende, sin embargo que en esta fantasmal calle, aún se encuentren viviendas habitadas. No sabemos, si disponen de título de propiedad.

Antiguo edificio de oficinas abandonado

El castillete





Interior del pozo de más de 100 metros de profundidad

El castillete



Vista panorámica 


Estado en el que se encuentran los talleres en la actualidad

interior de un almacén abandonado

El Sanatorio, popularmente conocido como "hospitalillo"



Diversas imágenes del interior del Sanatorio


El antiguo economato


Vista de los talleres






No muy lejos, a 1,5 km. al este y en linea recta, se halla La Gran Corta, una gran explotación de carbón de 500 hectáreas a cielo abierto. Desde un altozano en el borde se puede observar el gran cráter abierto en cuyo interior se ha formado un lago. Es una vista fascinante que sin embargo alguna administración debería facilitar un acceso para acceder a un mirador y de esta manera admirar el gran panorama que se extiende ante nuestros ojos. La zona tiene un gran potencial turístico y aunque hay perspectivas para integrar este lugar en el futuro parque geominero, incluyendo zonas de senderismo y la posibilidad de realizar paseos en canoa por el lago, la realidad es que el entorno  está poco cuidado, y nos encontramos, por ejemplo, un vertedero no controlado en sus inmediaciones. Esta zona también es muy apreciada por los cazadores de fósiles, pues la extracción de la antracita ha dejado al descubierto una gran cantidad de ejemplares del Carbonífero Superior, especialmente los botánicos. Aquí se hallan vestigios fosilizados de helechos arborescentes, y otros con nombres tan curiosos como anularias o sigillarias, pecopteris, cyclopteris, o calamites. Destacan los troncos de 6 metros de longitud de un helecho gigante así como otro semienterrado de una sigillaria, una planta no leñosa que alcanzaba los 30 metros de altura. Son vestigios de una zona en que, hace 300 millones de años, todo esto era un exuberante bosque tropical que con el paso de los milenios daría lugar a las vetas del carbón, fuente de la riqueza y posterior decadencia de esta región.
Vista panorámica de la antigua mina de carbón a cielo abierto



Pero sin duda, el punto fuerte de toda esta zona se halla en el llamado Pozo Julia que sustituyó al Pozo Viejo a mediados del siglo XX, iniciándose su construcción en 1947. Su imagen más representativa es el castillete que por medio de poleas accionadas por un operario en el interior hacía bajar y subir el ascensor por el que personas y vagonetas descendían a las galerías, alcanzándose los 275 metros de profundidad. La visita guiada comienza con la lampistería donde los mineros recogían las lámparas y cascos de protección para acceder a las oscuras galerías. En un principio estas lámparas eran de carburo, siendo sustituidas más tarde por otras eléctricas. Una de las zonas más interesante, es sin duda, el vestuario de los mineros. Allí encontramos, como si se hubiera detenido el tiempo, la ropa de los mineros suspendida del techo donde, en unas perchas, colgaban la ropa mojada tras la jornada de trabajo y por medio de unas poleas las izaban donde unos calentadores de carburo las secaban para el día siguiente. A continuación encontramos las duchas donde están expuestas distintas herramientas y equipos especializados. También hay muestras de distintos tipos de carbón y fósiles de aquellas plantas primigenias de las que mencionamos antes. La zona de vestuarios se completa con la reservada a los vigilantes que eran los encargados de controlar que la labor se hiciera correctamente y en un escalón superior la zona de facultativos quienes tomaban las decisiones correspondientes. Estos últimos, eran antiguos mineros que accedían a este puesto tras pasar por todos los niveles anteriores. Posteriormente la visita continua por una gran sala donde hallamos 3 grandes compresores de motor americano y maquinaria inglesa que llegaron a Pozo Julia en los años 60 y que proporcionaban aire comprimido empleado para la gran mayoría de las herramientas. Hay que imaginarse el tremendo ruido que habría en esta sala, el cual debía ser ensordecedor.  En la sala contigua estaba la maquinaria encargada de subir y bajar las jaulas que se encuentran en el interior del castillete. Por medio de esta especie de ascensor se introducían en el pozo las herramientas y las vagonetas que luego se subían repletas de carbón y que era manipulado por un maquinista que tenía la gran responsabilidad de colocar estas jaulas multiusos, donde también iban los mineros, en el nivel correcto para acceder a las galerías correspondientes. Una vez cargadas de carbón, las vagonetas se dirigían a través de raíles donde descargaban su contenido en una grandes tolvas y de allí era trasladado al llamado "lavadero" donde se seleccionaba por tamaños. El sistema de poleas que permitía el acceso al pozo de los mineros y la extracción del carbón era sustentado por un castillete que es la parte más visible de esta instalación. Justo debajo del caballete es posible oír el agua que inunda las galerías en la actualidad. Da vértigo pensar en ese oscuro pozo de casi 300 metros, ahora repleto de agua.
La visita termina en una reproducción de la galería realizada por la Asociación de Mineros de Fabero, donde a través de vídeos explicativos nos dan una idea de cual era la función de los distintos profesionales que intervenían en la galería como picadores, barrenistas (que preparaban los explosivos), entibadores, encargados de montar las estructuras de hierro y madera que impedían el derrumbe del techo y también los estempleros, encargados de afianzar el techo tras extraer el carbón con el cepillo. Todos ellos realizaban un trabajo muy duro y en condiciones muy adversas. Los accidentes estaban al orden del día, producidos por derrumbes y explosiones del gas llamado grisú  y  las enfermedades propias de los mineros, como la silicosis también eran muy habituales. El agotamiento de las reservas de carbón se fue agotando y Pozo Julia cierra finalmente en 1991. En 2007, el ayuntamiento de Fabero se hace cargo de la instalación que se ha reconvertido en el espacio turístico que podemos ver hoy en día.
Vista del castillete tras las vagonetas que transportaban el carbón

Vagonetas herrumbrosas en Pozo Julia




Castillete de Pozo Julia
Trozo de antracita extraído del pozo.


Antiguas oficinas

Compresor

Detalle del castillete

La corroída plataforma que bajaba a las galerias

Simulación de una de las galerías realizada por la asociación de mineros de Fabero



En definitiva, se trata de un instructivo viaje a través del tiempo, de una actividad que llevó la prosperidad a esta zona del Bierzo, pero también a costa del sacrificio de muchos mineros que en unas condiciones muy duras arrancaban el carbón de las entrañas de la tierra. Y allí, en esos tenebrosos pozos, algunos pagaron un precio muy elevado por aquella prosperidad, su propia vida.

                                                                 ***
- La visita a Pozo Julia (Calle Otero,61- Fabero (León)  es guiada y se realiza en dos tandas: a las 11:30 y a las 16:30. Es necesario reservar con antelación.
- El Pozo Viejo está situado en Lillo de Bierzo en la Avenida de Fabero, 136 y la entrada es libre, aunque el entorno está bastante degradado.
- Para tener una vista excepcional de la mina a cielo abierto o "Gran Corta" habría que entrar en Lillo de Bierzo y luego coger la carretera LE-711 en dirección a Páramo de Sil, y justamente a la salida del pueblo, volver hacia Pozo Julia. Enseguida encontraremos una pista sin asfaltar. Tras recorrer unos 100 metros con el coche aparcaremos y seguiremos andando hasta el borde del gran cráter. 





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