El pueblo de los trampantojos (Romangordo, España)

Trampantojo con escena callejera

Uno de los principales problemas en España es la tremenda desigualdad tanto económica como demográfica entre las grandes ciudades  y el mundo rural. Entre la España periférica y el interior. Entre los grandes núcleos industriales y las antaño prosperas localidades agrícolas y ganaderas de Castilla o Extremadura afectadas por la despoblación. Precisamente, en Extremadura encontramos uno de esos pueblos que ha tenido que reinterpretarse para afrontar la despoblación de una manera ingeniosa. Romangordo es un pueblo cacereño situado a unos 90 km de su capital. Una zona que es tierra de paso hacía las ciudades de  Cáceres, Mérida o Badajoz. Donde normalmente la gente no se detiene, a no ser para repostar en el recurrente bar de carretera y proseguir su camino. Las viejas fórmulas del turismo rural a veces no son suficientes para atraer al potencial visitante urbanita que busca motivaciones más acorde con sus intereses. En este contexto y gracias a una sentencia en la que la localidad recibió una importante cantidad de dinero, en compensación del IBI, por su cercanía a la central nuclear de Almaraz; el Ayuntamiento decidió reinvertirlo en el pueblo y además de resolver los problemas financieros, se decidió fomentar el turismo en este rincón extremeño fomentando el turismo rural con rutas de senderismo o paseos por kayak por el cercano embalse de
En 2016, en uno de los rincones del pueblo se realizó una ampliación quedando, al finalizar la obra,  una pared desnuda y poco atractiva. En lugar de proceder al tradicional blanqueado de la fachada se decidió pintar un borrico, tan típico de la zona. El resultado quedó tan "chic" que a partir de entonces fue un no parar. El colectivo Muro Crítico formado por artistas extremeños: Jesús Mateos Brea, Jonathan Carranza (Sojo) y David Bravo (Chefo) son los artífices de estos murales que aluden a actividades rurales, animales de la fauna ibérica y también al tema de la inmigración que dejó vacío el campo extremeño. De esta manera encontramos el zapatero, el mimbrero, el herrero, los molinos de trigo y aceite, el vareo de olivos, el bordado de un mantel, el ordeño de una baca, el repartidor de gaseosa, los bueyes, la recogida de la miel, los emigrantes con sus maletas, ciervos, linces... Los murales no solo ocupan las paredes encaladas de las casas sino que además también decoran muchos de los cierres metálicos de garajes y  negocios. Sin embargo el tipo de mural más representativo y que le está otorgando una fama creciente al pueblo, es el llamado trampantojo (del francés trompe-l'œil"engaña al ojo")  que  como su nombre indica, trata de crear una ilusión óptica en el observador. De está manera, por cierto tan colorida, parecen abrirse a nuestra mirada calles que no existen en los que juegan niños o las mujeres hacen punto sentadas en las puertasde sus casas. Niños y ancianos que llenan de vida las calles desoladas por el éxodo rural. Además de las pinturas también se han representado frases celebres de escritores y poetas, como Gabriel y Galán, Antonio Machado o Saint Exupery. O incluso en la calle del Padre Ángel Barquilla se pueden encontrar algunos versos de la propia cosecha de este cura lócal. Las pinturas vienen acompañadas de códigos QR que explican la historia de los murales y lo que allí se representa. Por todo ello, se podría decir que estamos en una especie de museo al aire libre lleno de color y de tipismo rural adaptado a las nuevas generaciones.
Hablando de museos, también en Romangordo podemos visitar tres pequeños museos que nos muestran la historia de la localidad: El Centro de Interpretación de la Ruta de los Ingleses que nos cuenta un lance de la guerra de la independencia; La Casa del tío Cáscoles, que es un ejemplo de cómo eran las viviendas rurales de los romangordeños y también La Casa de los Aromas, donde se pueden ver y oler las plantas que crecen en el campo extremeño. 
Todas estas iniciativas de turismo rural o "neorrural" han puesto a Romangordo en el mapa, y son muchos los que se desvían en la autovía para darse al menos una vuelta por el pueblo.  Constituye, por tanto, una original medida para potenciar la economía de zonas despobladas y contribuir al desarrollo de las mismas. Como vemos en el ejemplo de Romangordo, cualquier pueblo de España puede explotar sus recursos propios: Su historia, su flora y fauna, su arquitectura rural, sus oficios tradicionales, el arte antiguo y moderno o incluso el misterio o las leyendas. No se trata ahora de pintar de murales todos los pueblos blancos del país sino de buscar lo que define a esos pueblos y mostrarlo al mundo de una manera vistosa y original. Como nos explica Isabel María Martín, una de las dinamizadoras turísticas de la localidad: "Esto demuestra que se puede mantener el medio rural. Nos se vacía, se fija población en el territorio". 
Repartidor de gaseosas


Trampantojo  con escena de calle


veraneantes


intrumentos musicales


Trampantojo de calle con niño


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