Ermita de San Pelayo y San Isidoro (Madrid, España)


A los turistas extraños nos gusta todo aquello que está fuera de lugar: Una catedral gótica en los trópicos, un jardín tropical en Madrid o los canales de Venecia  en un hotel de  Las Vegas. Todos ellos son ejemplos reales que existen en el mundo y que son llamativos por su carácter excéntrico y bizarro. ¡Es decir, de lo que nos ocupamos aquí!
Los monumentos fuera de lugar abundan en aquellas ciudades que fueron capitales de imperios que en el pasado ostentaron el  poder y trajeron de allí  aquellos elementos de los que se encaprichaban. Uno de esos elementos arquitectónicos  “que quedan muy bien en mi jardín” son los recurrentes obeliscos egipcios que están presentes en muchos de esos centros de poder: Roma, Paris, Estambul, etc.
En Madrid, como somos más chulos, encargamos, no un obelisco, sino todo un templo egipcio; el  famoso templo de Debod, que gracias a un acuerdo con la UNESCO y el gobierno egipcio se pudo salvar de ser ahogado por las aguas del Nilo al construir la faraónica (nunca mejor dicho) presa de Assuan.
Pero a su debido tiempo trataré el tema del templo de Debod.  Ahora nos vamos a centrar en otro monumento, mucho más desconocido pero, a su vez, también muy interesante: La ermita de San Pelayo y San Isidoro. Por ese nombre se conoce a una ermita románica que se encuentra en un rincón poco frecuentado del parque del Retiro.
Interior del ábside de la Ermita de San Pelayo y San Isidoro

¿Románica? Si, y además auténtica. En principio, es chocante que haya una ermita de ese tipo en una ciudad como Madrid. El estilo románico, no es propio de la capital. La influencia  de dicho estilo,  que se extendió entre los siglos XI y XII, no avanzó  hacia el sur, más allá de la Sierra de Guadarrama, y lo hizo a la par que los reinos cristianos iban comiendo terreno a los árabes.  Pero cuando se reconquistó nuestra zona, ya había sido sustituido por el gótico. Aunque aquí , hay que decir que lo que se implantó con éxito fue el mudéjar. Un estilo mucho más humilde, como podía corresponder a una ciudad pequeña como era en aquel tiempo Madrid y que era propio de albañiles musulmanes, los mudayyan , que vivían en  territorio cristiano y utilizaban materiales como el ladrillo, el yeso y la cerámica para construir las iglesias.
Bien, como todos habréis adivinado a estas alturas, la ermita de San Pelayo y San Isidoro es una de esas obras “trasplantadas” piedra a piedra e instalada en otro lugar distinto. ¿Pero cómo y por qué llego  al parque del Retiro? ¿De dónde viene?
Nos tenemos que trasladar al principio de todo. Nuestra ermita se construyó  extramuros de la ciudad de Ávila, en concreto frente a la puerta de Malaventura  en la zona sur de la ciudad.

Lugar donde estaba alojada la ermita en Ávila (Dávid Perez. Creative Commons)

La fecha de construcción no está muy clara, pero por el estilo análogo de otras construcciones que existen en la ciudad de Ávila y algunos dibujos y planos, parece que data del siglo XI. La iglesia fue dedicada en primer lugar a Pelayo, niño cristiano mártir cordobés , que se negó a acceder a las pretensiones sexuales del emir y por ello fue martirizado, siendo despedazado vivo con una tenaza y sus restos arrojados al Guadalquivir. (puf!) Pero parece ser que posteriormente y si nos atenemos a una lápida del año 1270 se habla de una segunda consagración del templo,  siendo esta vez  dedicado a San Isidoro.

Dibujo de Francisco Aznar dentro de la obra Monumentos Arquitectónicos de España 1856-1882

Llegamos así al siglo XIX  en el que el templo pertenece a la Asociación de Labradores, cambiando la advocación a San Isidro, lo cual entra dentro de la lógica pues este nombre es derivado  de Isidoro. Parece ser que hacia 1854 la ermita estaba muy deteriorada y el Ayuntamiento de Ávila ordeno su derribo, el cual no se llevó a cabo hasta que el estado aplicó la Ley de Desamortización del ministro Pascual Madoz por la que se confiscaban los bienes de la Iglesia. Nuestra ermita, que era carne de cañón, terminó bajo la piqueta y los sillares quedaron a disposición de todo aquel que quisiera comprar. Hay que tener en cuenta, desgraciadamente, que a lo largo de la historia los bloques de piedra y restos de edificaciones de todo tipo han tenido gran valor como material de construcción para levantar otras nuevas. En otras palabras: Sería quitarle la ropa a un santo, para vestir a otro. Y ese hubiera sido el destino de esta ermita de no haberse interesado  por los restos un ingeniero y arqueólogo aficionado de nombre Emiliano Rotondo Nicolau, residente en Madrid  que compró los sillares y demás elementos  arquitectónicos .  Intentó, en primer lugar, venderlos al ayuntamiento de San Sebastián ,  pero finalmente fue la Real Academia de la Historia la que se hizo con ellos en 1893. La idea era instalarla en los jardines del Museo Arqueológico para mostrarla como ejemplo del arte románico. Además se planteó la idea de que se pudiera dar misa allí los domingos bajo el rito mozárabe. Aquello, parece que no cuajó, y fue el ministro Antonio Cánovas del Castillo en 1893 se interesó por el monumento y ordeno su traslado al parque del Retiro. Allí quedaría como unas ruinas de tipo romántico, pero de nuevo la iglesia quedaría a merced del olvido y el abandono.  No fue hasta finales del siglo XXI cuando, por fin, el Ayuntamiento de Madrid decidió adecentar el lugar y ensamblar los distintos elementos que estaban dispersos por los alrededores. De esta manera, tan accidentada, es como ha llegado esta iglesia, tras muchos avatares, a su destino final.

Puerta con arquivoltas

En cuanto al monumento en sí, podemos decir que está construido con piedras calizas. Era un templo de nave única con techo de madera en la que se abrían dos puertas, una al norte y otra al oeste. Se conserva una de ellas con tres arquivoltas. En el ábside también podemos observar tres ventanas con arcos de medio punto con arquivoltas.


Exterior del Ábside (Lourdes Cardenal. Creative Commons)

                                                                  
Interior del ábside (Lourdes Cardenal. Creative Commons)

Vista del conjunto (Lourdes Cardenal.Creative Commons)


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La Ermita de San Pelayo y San Isidoro se encuentra en una de las esquinas del Parque del Retiro, en concreto, la formada por la confluencia de las calles O´Donnell y Menendez Pelayo. En sus inmediaciones también se encuentran la Montaña Artificial y la casa del Pescador.




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