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Señal de giro obligatorio alrededor de la rotonda
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Las rotondas son esas plazas circulares que deben su razón de ser al tráfico rodado. De no existir los automóviles no habría rotondas. Su función es la de organizar la fluidez viaria en las intersecciones y evitar las señales de "stop", "ceda el paso" y esos dichosos semáforos que nunca se ponen en verde. Después, como entremos y salgamos de la glorieta es una cuestión aparte y en este tema, realmente, es difícil llegar a un consenso. Qué si yo estaba dentro, que si tenía preferencia, que vas por la derecha cuando quieres ir a la izquierda, etc. Hay vídeos en You Tube con diversos tutoriales para aprender tan ardua materia que debería estudiarse en todas las autoescuelas como materia específica. De esta manera, se podría decir: "Fulanito conduce muy bien, pues además del carné tiene un máster en Rotondología" Y todos admiraríamos a Fulanito, capaz de enfrentarse al tráfico moderno con plenas garantías.
Además del aspecto viario, hay otra cuestión problemática respecto a las rotondas: ¿Qué hacemos con ese circulo que queda en el centro? ¿Cómo llenar ese vacío? Entraríamos en el terreno del
Rotondismo. que no es menos importante que la
Rotondología, al menos para aquellos gestores municipales encargados de tan delicada tarea. Los que podríamos llamar "rotonderos" tienen que tomar la difícil decisión de poner
algo ahí, justo en el centro del circulo.
En zonas residenciales es donde la glorieta circular es un elemento recurrente del paisaje urbano y eso conlleva que los "rotonderos" estén muy atareados en esa labor de llenar el vacío. Cada día que llegan a su despacho se encuentran con dos o tres rotondas que rellenar. Uno podría argumentar, que tampoco es necesario poner nada ahí. Se puede dejar en bruto para que los conejos construyan ahí sus madrigueras, y quien sabe si con el paso de los años y al no tener contacto con los otros conejos de los alrededores, de la evolución consiguiente, pueda surgir una nueva especie adaptada a esa extraña insularidad, el
cuniculus rotondarium, que sería un animal totalmente integrado en ese habitat.
Pero dejar en bruto tampoco es la solución. ¿Se imagina alguien que donde está la Cibeles o la Puerta de Alcalá, solamente hubiera un circulo con hierbajos? No luciría mucho que estas dos icónicas plazas de la capital de España, rotondas al fin y al cabo, mostrarán un aspecto tan poligonera. Una solución es ajardinarlas con césped, flores e incluso árboles. Pero en este caso, aunque evitamos que la glorieta sea un basurero improvisado o una isla de conejos mutantes, nos sigue quedando un paisaje un poco soso.
La opción habitual, cuando se quiere "vestir" en consonancia el paisaje urbano, es adornar estas plazas circulares con grupos escultóricos más o menos afortunados. Desde verdaderos monumentos, como los anteriormente citados a extravagantes e insólitas formas. No es tarea ahora de repasar la múltiple diversidad de ellas, que daría para muchas entradas propias del Turismo extraño. Por ello, lo dejaremos para otro momento.
Nos vamos a centrar, nunca mejor dicho, en una rotonda muy particular. De hecho, debe ser la única en el mundo con estas características. Aquí no hay esculturas o jardines con flores más o menos vistosos. Bueno, hay jardines y un muro, y tras el muro, habrá esculturas, algunas lápidas... Esta rotonda alberga, nada más y nada menos que todo un camposanto. Se trata del antiguo cementerio del Cristo en Villanueva de la Cañada que fue inaugurado en 1933 en lo que entonces eran las afueras de un pequeño pueblo. Hoy una verdadera ciudad dormitorio. Sabemos que durante siglos los enterramientos se efectuaban junto a las iglesias parroquiales; costumbre que por razones evidentes de higiene, dejó de practicarse en tiempos más recientes. Para evitar epidemias estos recintos, se trasladan, por regla general, al exterior del casco urbano. Obviamente, en éste y en otros casos, no se tuvo en cuenta la gran expansión experimentada por muchos de los municipios cercanos a la capital y esta zona donde estaba situado el antiguo cementerio, ahora tenemos el problema que ha sido engullida por la creciente expansión de la localidad. Hay que añadir además, que su tamaño no obedece a la creciente población de potenciales "futuros inquilinos" y por ello fue necesario inaugurar un nuevo camposanto, dejando de efectuarse enterramientos en el del Cristo.
Debido a la expansión urbana surgió un dilema: Dejar el cementerio donde estaba o desmantelarlo y trasladar los cuerpos al nuevo inaugurado en 2002. En el plan de Ordenamiento Urbano del año 2008 se decidió lo primero y para reorganizar el tráfico de la zona, la mejor solución era trazar una rotonda alrededor del antiguo camposanto. No obstante se ofreció a todos aquellos familiares que lo desearan, el trasladar los restos de sus seres queridos a la nueva instalación. Hasta el momento se han producido 59 exhumaciones. Aún restan 130 sepulturas en esta singular rotonda cuyas 130 almas descansan en... relativa paz.
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Villanueva de la Cañada esta a 42 km de Madrid en coche. Hay que coger la M40 y posteriormente la autovía M-503. También ha autobuses que parten de la estación de Principe Pio. El 581 tiene ruta directa. Para acceder al interior de la glorieta, no hay que jugarse la vida: Existe un paso de peatones por el que se accede al cementerio.
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Vista aerea de la rotonda (Google Earth) |
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vista panorámica de la rotonda |
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lado sur del cementerio |
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vista del interior
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Capilla del cementerio
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vista panorámica desde el interior |
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detalle de la rotonda |
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un paso de peatones da acceso al interior de la rotonda |
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