La gran Peste de Sevilla (Sevilla, España)


Ahora que estamos en una época de incertidumbre con la crisis del coronavirus covid-19, no es mal momento para volver la vista atrás y recordar que hubo otros tiempos peores en que las enfermedades,  al desconocer el origen de las mismas, su origen, su modo de contagio y sobre todo los remedios eficaces para combatirlas; causaban estragos entre la población. Muy famosa es la llamada Peste Negra, la epidemia que sacudió a Europa en el siglo XIV, causando la muerte de, al menos, 25 millones de personas (un tercio del total, aunque otros estudios lo estiman en más o menos la mitad de la población), más otros 40 a 60 millones en África y Asia. Pero hubo otras epidemias de peste que asolaron el continente o zonas concretas del mismo. En España es muy conocida la Gran Peste de Sevilla que segó la vida a la mitad de su población, a mediados del siglo XVII.
Por Peste Negra o Muerte Negra que también se conoce a esta enfermedad, nos referimos a la peste bubónica, llamada así por la inflamación de los ganglios linfáticos (bubónes) característica más visible de este mal, producida por la bacteria Yersinia Pestis. Los síntomas son similares a los de la gripe en el comienzo e incluye fiebre, dolor de cabeza y vómitos. La piel se llena de manchas azules que al hincharse se forman unos bubones infectados que pueden llegar a abrirse y expulsar una sustancia apestosa y purulenta. Otra característica es la gangrena de los dedos, pies y resto de extremidades. La muerte llega rápidamente, apenas un un par de días, entre vómitos de sangre.
Es sabido que la Peste está relacionada con las ratas que siempre han acompañado al hombre a lo largo de la historia. Si ahora es una plaga imposible de erradicar de nuestras ciudades, es posible imaginarse lo que ello suponía en un tiempo donde no existían venenos ni planes de desratización. Su indeseada presencia era constante en aquel tiempo y posiblemente disputaban la comida a los humanos. A eso hay que añadir las deplorables condiciones higiénicas en aquella Sevilla del siglo XVII. Por tanto las ratas, indeseables compañeros del ser humano eran los actores perfectos de la propagación de diversas enfermedades pandémicas, entre ellas la peste. ¿O quizás no...? La teoría oficial es que la peste bubónica que afectó a Europa en la Edad Media estaba causada por las pulgas que habitaban en las ratas caseras y de campo y de ahí saltaban a los seres humanos. Es sabido que cuando la pulga pica, regurgita el contenido de sus intestinos infectando el punto de la picadura con la bacteria y de ahí alcanzan los ganglios linfáticos y luego puede extenderse a la sangre (peste septicémica) o alcanzar el pulmón (peste neumónica). Pero modernas investigaciones sugieren que esas pulgas no cabalgaban a lomos de ratas infectas. Las ratas, en este caso, no serían el vehículo de contagio y sí, probablemente las pulgas, que también estaban presentes en la vida cotidiana de nuestros antepasados, y un nuevo invitado: Los piojos. Piojos humanos, para ser más exactos. En cualquier caso, compañeros habituales durante aquel período en el que bañarse era una excentricidad propia de reyes y principes... y a veces, ni tan siquiera...
A partir de 1647, la Gran Epidemia de Peste cuyo origen se atribuye en el norte de Argelia, comenzó en Valencia matando a 30.000 personas y desde allí se extendió rápidamente a Cataluña, Aragón, Murcia, saltando luego a Mallorca y también a Italia. Se cree que el foco procedía de Argel. Al igual que en Cataluña que perdió de un 15 a un 20 por ciento de su población, la pandemia atacó especialmente en Andalucía y sólo en Málaga las bajas llegaron a 40.000 personas. Esto debería haber motivado a las autoridades sevillanas a decretar la cuarentena. Al igual que hoy, en pleno siglo XXI, viendo los estragos que este extraño virus causó en China e Italia, las autoridades (y no sólo en España) no vieron llegar el peligro. En aquella ocasión, la capital andaluza, la ciudad más populosa en aquel siglo, siguió su vida como si gran cosa.Un gran error, sin duda.
Según el libro Copiosa relación de los sucedido en el tiempo duró la epidemia en la grande y augustísima ciudad de Sevilla, año de 1649 la obra anónima escrita por "un religioso" la pandemia llegó a la ciudad procedente de Cádiz  en 1649 a través de unos gitanos cuyas ropas estaban infectadas y que se alojaron en el barrio de Triana, siendo esta la zona cero desde donde se extendió la temida muerte negra por toda la ciudad. Los hospitales de Triana y el de la Sangre, quedaron desbordados en los primeros días. Las calles comenzaron a llenarse de cadáveres que eran abandonados por los aterrorizados familiares que los abandonaban sabiendo que muy posiblemente ellos serían los próximos en caer. Día y noche había un trasiego de carros abarrotados de muertos  que se dirigían a las fosas comunes abiertas extramuros. Se cree que murieron unas 60.000 personas en aquella primavera de aquel fatídico 1649.
La ciudad, la más grande de España en aquella época, no volvió a ser la misma. De 130.000 habitantes pasó a tener  unos 70.000. Muchas casas quedaron vacías y fueron sustituidas por conventos. Su importante papel como puerta de los barcos que partían hacia América quedó suspendido y fue Cádiz quien la sustituyó como principal puerto.
Para aquellos que quieran rememorar aquella época, si aún les queda ganas tras el Covid-19, el  Hospital de la Sangre, hoy denominado Hospital de las Cinco Llagas fue el principal centro de internamiento de los enfermos de aquella peste. Proyectado por Martín de Gainza y construido entre los años 1546-1558 extramuros, este imponente edificio  fue el más grande de España hasta la construcción del Monasterio del Escorial y el hospital más grande de Europa en aquel tiempo. Inaugurado en 1559,  e ideado como una institución para pobres, estuvo funcionando como hospital hasta el año 1972. Después, el edificio quedó abandonado hasta su conversión en la sede de la Junta de Andalucía que fue inaugurada el 28 de febrero de 1992. 
Como apuntamos anteriormente, este imponente edificio fue el más importante centro de internamiento de los enfermos en  la terrible epidemia de 1649. Si damos credibilidad al cronista Ortiz de Zuñíga de los 26.700 apestados que entraron aún vivos, salieron cadáveres 22.900. En la gran explanada exterior esperaban su turno cientos de moribundos con la esperanza de ocupar las camas que otros enfermos dejaban libres al fallecer.
De aquella terrible pandemia, la ciudad tardó un siglo en recuperarse. Precisamente en el siglo siguiente, el XVIII el hospital siguió ocupándose de otras calamidades que azotaron la ciudad. Hay que decir que entonces por "Peste" o "Pestilencia" se entendía cualquier epidemia que produjera un número elevado de muertes; aunque ninguna llegó, desde luego, a tener el efecto devastador de la anterior. Otras enfermedades derivadas de la mala higiene, la pobreza y la insalubridad, como son el tifus o el cólera eran también denominadas "pestes" y se presentaban con frecuencia en aquellos  tiempos. En una de aquellas periódicas reediciones falleció una monja de la misma enfermedad de la que atendía a sus pacientes. Sor Ursula, que así se llamaba, no era una monja muy popular. En aquella década de los 30 del siglo XVIII, tenía fama de tratar con excesiva dureza a los enfermos. Cuando falleció, su espectro  se empezó a pasear por los corredores del inmenso edificio. Los enfermos escuchaban el tintineo de unas llaves, señal que anunciaba su  presencia. Se comenta que cuando se paraba junto a un enfermo para arreglar las ropas de su cama, aquel moría el día siguiente. El fantasma ha seguido manifestandose, hasta tiempos recientes, siendo visto por chatarreros que se acercaban por el edificio cuando estaba abandonado y también por políticos, una vez constituido como sede del Parlamento andaluz.
Tanto desde un punto de vista histórico, artístico y monumental, o también, (¡como no!) misterioso y extraño, la visita del Hospital de las Cinco Llagas es una visita imprescindible en Sevilla.



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La visita al Hospital de la Cinco LLagas, sede del Parlamento de Andalucía, se realiza de forma guiada previa cita por escrito o teléfono, de Lunes a Viernes de 10:00 a 14:00 y la admisión es gratuita.


El Hospital de las Cinco LLagas en 1668, acuarela de Pier Maria Baldi (Creative Commons)



Fachada del actual Parlamento andaluz (Creative Commons

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