El dragón de los Pabellones Güell (Barcelona, España)

 


Gaudí recibió el encargo de remodelar esta casa de veraneo, jardines y fincas contiguas ubicadas a las afueras de Barcelona que su mecenas y amigo, Eusebio Güell, había heredado de su padre. El genio catalán diseñó la casa del portero, las caballerizas y las paredes de ladrillo en estilo mudéjar, con su sello inconfundible. Pero lo más destacable de este complejo es la extraordinaria puerta de hierro donde nos recibe un horripilante dragón. En realidad se trata de  un homenaje simbólico que Güell quiso dedicar a su suegro, el marqués de Comillas.

 




El dragón de cinco metros de altura concebido por Gaudí fue forjado en 1885 por Juan Oñós, con el que trabajó en otros proyectos en la Ciudad Condal.  Forma parte del homenaje que Güell quiso rendirle por la muerte de Antonio López, primer marqués de Comillas, en la finca donde tan buenos ratos pasó. Así decidió convertir el jardín en el mítico Jardín de las Hespérides donde se desarrolla la única obra de Heracles. Este episodio de la mitología grecorromana, mezclado con elementos de la historia moderna, aparece en el poema épico L'Atlántida que el catalán Jacinto Verdaguer dedicó al marqués de Comillas. En él se cuenta cómo Hércules, guiado por Atlas, llegó al jardín para robar (en este caso) las naranjas doradas custodiadas por las tres ninfas Hespérides, que a su vez estaban protegidas por el dragón Ladon. Hércules derrotó y encadenó al dragón inmortal y se llevó los frutos. Los dioses enojados convirtieron las Hespérides en árboles, que vemos representado en un naranjo de antimonio que se halla situado en el pilar de la derecha. Ladon, a su vez, fue transformado en la constelación celeste de  Dragón, por lo que la posición del dragón en la puerta de los Pabellones no es una mera casualidad pues obedece a la ubicación de las estrellas de esa constelación. La constelación de Hércules, ubicada justo debajo, coincide con cinco puntos determinados por las garras del dragón, y por lo tanto existen cuerpos esféricos con púas, que representan las estrellas. Finalmente, Gaudí, admirador de Verdaguer, representa la G inicial de Güell rodeada de rosas silvestres, que es el premio que se entrega a los ganadores de los Jocs Florals y que Verdaguer recibió precisamente por L'Atlàntida. De esta manera cuando vemos la verja de los Pabellones Güell no solo apreciamos en ella  un simple diseño artístico, pues mitos clásicos y modernos, literatura y poesía y un conjunto de personajes influyentes en Cataluña, España e incluso en el mundo confluyen en la verja del jardín de esta finca de Pedralbes de la mano de Güell, Verdaguer y Gaudí.


Los dorados frutos han sido transformados en un árbol de antimonio

Detalles de las garras donde pueden observarse las bolas
 con pinchos que simbolizan la constelación de Hércules

Vista de la entrada principal donde puede observarse a la izquierda la casa del portero.

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