Tumbas célebres: Francisco de Goya (Madrid, España)

 En el Paseo de la Florida en Madrid podemos encontrar dos pequeñas ermitas simétricas, aunque la verdaderamente interesante es la primera de ellas, la que encontramos al venir andando desde la cercana estación de Príncipe Pío. Enfrente, observándolas, nos encontramos la estatua de bronce de un hombre sentado en una butaca sobre un pedestal de granito que porta en su mano izquierda una paleta y unos pinceles. Observa el panorama que se expone ante sus ojos, quizás con la intención de pintarlo en alguno de sus cuadros. Es Francisco de Goya y Lucientes  el gran protagonista; en realidad quien le otorga importancia al conjunto, pues el genial artista aragonés decoró con su personal estilo, el interior de la cúpula de la ermita que se ve a su derecha.  Allí, precisamente, bajo los frescos y junto al altar,  reposan sus restos mortales. O, tal como veremos, parte de ellos.

Tumba de Goya (José Luis Filpo Cabana. Creative Commons)

La Ermita que está dedicada a San Antonio de Padua, es una obra de finales del siglo XVIII atribuible al arquitecto italiano Filippo Fontana quien realizó el encargo por parte del rey Carlos IV, pues quería disponer de su uso como capilla real durante su estancia en el cercano y también desaparecido palacio de la Florida. Como prueba de su importancia;  el mismo rey, en persona, colocó la primera piedra en 1792. El sencillo edificio de estilo neoclásico y planta griega se finaliza en en 1798. Pero por muy capilla real que fuese, lo que pone en valor el templo, es su interior y los frescos que lo decoran que fueron  realizados por Goya en colaboración con su discípulo y amigo Asensio Juliá, entre junio y octubre de 1798. Gracias a unos espejos situados estratégicamente podemos admirar el milagro de San Antonio de Padua ocurrido en la ciudad natal del santo, Lisboa (Portugal) en el que delante del juez, el  santo acusado de asesinato, para demostrar su inocencia,  resucita al joven muerto que testifica a su favor y en la de sus padres, también incriminados. En los frescos observamos la escena en las que el santo, sobre una roca, el difunto y las otras figuras principales están situados en un espacio abierto. Mientras otros personajes, representativos del pueblo de Madrid como majas o chisperos, apoyados en una barandilla de trampantojo contemplan los hechos. 

Cúpula de San Antonio de la Florida

Portada de la ermita, actualmente reconvertido en museo




Tumba de Goya frente al altar

fuente de la ermita

La ermita fue declarada Monumento Nacional en  1905 y para preservar los frescos que se estaban perjudicando a causa de los cirios, se construyó en 1928, justo al lado una ermita simétrica a la anterior donde se pudiera practicar el culto, quedando la original reservada como museo. En 1919 se decidió trasladar aquí  desde la Sacramental de San Isidro, el cuerpo de Goya que tras fallecer en la ciudad de Burdeos en 1828 fue enterrado junto a su consuegro Martín Miguel de Goicochea en el cementerio de La Chartreuse. En 1888 se exhumaron los cuerpos por mediación del cónsul español Joaquín Pereyra con objeto de trasladar los restos a España y la sorpresa fue enorme cuando al abrir la tapa del ataúd, al cuerpo del pintor le faltaba una parte importante que no debiera faltar en ningún cadáver : ¡la cabeza! ¿Qué podía haber pasado? La mayoría de las hipótesis se inclinan por la frenología, una pseudociencia que entonces se encontraba en auge y que se basaba en la interpretación de los rasgos del rostro o la forma del cráneo para definir aspectos de la personalidad del individuo e incluso prevenir los instintos criminales. Quizás ello motivase que alguien por encargo, robase su cabeza o incluso fuera el mismo Goya quien accediera a ello, cediéndola para su estudio a su amigo, el médico Jules Lafargue, quien en su momento había pedido disponer de la cabeza del genio y estudiarla precisamente por el hecho de ser un genio. Para añadir aun más misterio, en el museo de Zaragoza se encuentra un curioso cuadro pintado en 1849 por el pintor asturiano Dionisio de Fierros llamado Vanitas  en el que se nos muestra sin más aditamentos, un cráneo. Es una simple calavera, a la manera de un extraño bodegón, como una suerte de memento mori. Sin embargo, lo más intrigante de este cuadro está en su reverso, donde encontramos escritas las siguientes palabras: "Cráneo de Goya pintado por Fierros" Quizás nunca resolveremos el misterio acerca del destino de la cabeza del gran maestro, pero el cuerpo de Goya, acompañado de su inseparable consuegro yacen en la actualidad en esta coqueta ermita madrileña donde una lápida en latín nos informa que ahí descansan, aunque incompletos, los restos mortales del "... expertísimo pintor conocido por la gran celebridad de su nombre. Recorrida con honestidad la luz de su vida, murió el 16 de las calendas de mayo del año de nuestro señor de 1828 a la edad de 85 años. Descanse en paz"

Vanitas de Dionisio de Ferros (museo de Zaragoza. Dominio Público)


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