La bicha de Balazote (Madrid, España)


Cuentan que la persona que la descubrió exclamó con una mezcla de repulsión e incomprensión arqueológica un "¡Vaya bicha!" cuando tuvo ante la vista aquella extravagante escultura y ya desde el principio este poco elogioso apodo ha sido adoptado por todo el mundo, incluidos los mismos arqueólogos. Esta extraña y enigmática escultura, conocida oficialmente como la Bicha de Balazote ya desde el principio, ocupa un lugar importante en el Museo Arqueológico de Madrid en el que reside desde 1910, estando muy cerca de las tres grandes Damas y estrellas ibéricas del museo: la de Elche, la de Baza y la Gran Dama Oferente. 
La que nos ocupa fue esculpida en calcita entre los siglos VI y V antes de Cristo y  nos muestra una estrambótica criatura híbrida que tiene cuerpo de toro (antes se pensaba que era un ciervo) y una cabeza humana barbuda con rasgos animales pues tiene pequeños cuernos y orejas propias de un toro. Está vuelta hacia el espectador y se muestra ligeramente levantada. Tiene pómulos marcados y grandes ojos abiertos como si hubiera detectado tu presencia y te observara con recelo a ti también. Como la Gioconda, esboza una especie de sonrisa no muy definida, más bien una mueca que no sabemos como calificar. El "animal" está en posición de descanso en una posición un tanto forzado y su cola está enroscada sobre su cuarto trasero.

La escultura se dio a conocer en junio de 1879 cuando un vecino de Balazote, un pueblo cercano a Albacete, Isidro López, entregó a la Comisión Arqueológica de la ciudad una extraña figura que ya era llamada “bicha”. Ésta es una palabra popular que define a un ser grotesco y feo y el éxito de tal apodo es que retrata muy bien su extraño y singular aspecto. Además presenta particularidades de la escultura griega arcaica: estilo hierático, aspecto enigmático y cabello formado por surcos rectos y geométricos de raíces hititas. En sí mismo, esto también representa un desafío para los investigadores ya que no está en armonía con los estilos que prevalecieron en la Península Ibérica, al menos en la época en que fue esculpida. Su significado y el propósito de su existencia tampoco están muy claros. Debido a su espalda lisa pudiera estar adosada a un monumento funerario, al igual que los leones del Sepulcro de Pozo Moro que se exhibe en el patio central del mismo museo. Su función pudiera ser de índole apotropaica; es decir, servir de protección contra malignas deidades o bien de aviso a quien osara profanar el templo o sepulcro. Sin duda, en aquel contexto religioso, la presencia de aquel "guardián" sería terrorífica para cualquiera que se acercarse con malas intenciones. Otra teoría que se baraja y que entronca con su posible origen griego, es que pudiera tratarse de la personificación de un río a través del dios Aqueloo que era representado como un toro androcéfalo que encarnaba al río Aspropótamos Ἀχελῷος o Akhelōos en griego antiguo) que discurre por el Peloponeso. En otras ocasiones aparece como un anciano con dos cuernos y barba hirsuta de la que mana agua de forma constante. Estos rasgos coinciden con los de la Bicha y se ha pensado que sus bigotes dibujan ondas que nos recuerdan a cursos de agua, quizás alguno cercano a Balazote como el río Don Juan. De ser así nos transportaría tanto en tiempo como en lugar a una mitología muy alejada de las llanuras manchegas donde apareció la Bicha. 

Como en el caso de la Dama de Elche hay voces críticas que exigen su vuelta a la ciudad de Albacete donde es recordada por una réplica tallada en bronce que puede verse en la Plaza del Altozano. También puede verse en el escudo de Balazote y eso me da pie a una futura publicación de escudos de armas basados en piezas arqueológicas halladas en su término municipal. Pero eso será en otra ocasión.






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