La pared más vieja del pueblo (Ibros, España)

 

 
Decía un proverbio egipcio: "El hombre teme al tiempo, pero el tiempo teme a las pirámides".Es una frase que nos habla de la perdurabilidad de algunas obras  del hombre a través de los años, sumando generaciones, siglos y hasta milenios. Perdurabilidad más alla de toda lógica pues a pesar del mucho tiempo transcurrido, del expolio, las guerras, los estragos de la naturaleza y el afán destructor del ser humano; las pirámides de Egipto y otras estructuras de la antiguedad siguen aun  formando parte de  nuestro paisaje actual. Napoleón se dio cuenta de ello y exclamó su famosa arenga: "Desde lo alto de estas pirámides cuarenta siglos os contemplan". Lo que ya no es tan normal que estas estructuras sigan formando parte del trazado urbano delimitando parcelas. Es lo que ocurre con la muralla ciclópea de Ibros en Jaén. A pesar de los años transcurridos esta gran pared ha visto transformarse todo su entorno alrededor y sus milenarias piedras aun forman parte del día a día de esta pequeña localidad de Ibros, más allá de un mero vestigio pasivo del pasado.
Mi primer contacto con esta gran pared fue hace más de 40 años en una marcha militar que hicimos desde Baeza a esta desconocida localidad. Tras el polvoriento camino entre los olivos fue muy reconfortante el descanso a la sombra de este muro, antes de reemprender el camino de vuelta .Ya entonces intuía pese a la pobre señalización informativa que se trataba de un interesante legado heredado  de la antiguedad. Una antiguedad que se pierde en la bruma de la leyenda de un legendario rey íbero que dio su nombre a este pueblo jiennense. La historia del pueblo íbero esta muy arraigada en esta región y se puede apreciar en los numerosos yacimientos arqueológicos y museos como el que existe en Jaén capital dedicado a los íberos. Allí se expuso en 2022, y vimos aquí, una interesante colección de exvotos íberos de la colección  Gómez-Moreno que son esas pequeñas figuras elaboradas habitualmente en bronce macizo mediante la técnica de la cera perdida y que datan principalmente de los siglos IV y III a.C. Los íberos los depositaban en sus rituales como ofrendas a los dioses a cambio de salud, protección o prosperidad. Quizás algunos de ellos fueran encontrados en el entorno de esta muralla ciclópea, así llamada por el tamaño de las piedras con las que se construyó. Se decía que sólo un cíclope (un ser mitológico con un solo ojo y una fuerza descomunal) podía haber movido estas gigantestas piedras. Construida con fines defensivos, originalmente estaba formada por un recinto cuadrangular que rodeaba el perímetro del asentamiento. La parte que se conserva en la actualidad de 12x13 metros de longigud podría tratarse de un camino de ronda, desde el que se divisaría una gran extensión de terreno. Se desconoce la fecha exacta de su construcción, pero se estima que la muralla se construyón entre los siglos XI y VI a.C. Las dos secciones del muro se unen en un ángulo de 90 grados. El ancho del muro varía: las partes más delgadas miden aproximadamente dos metros, mientras que las más anchas llegan a alcanzar los seís. La diferencia en la altura del muro se debe a la topografía irregular del terreno, lo que obligó a nivelar las diferentes partes de la pared. Parte de la altura adicional se debe a una gran masa de roca que sirve de asiento a la estructura y que en su momento fue tallada para que encajara en ella. Esta atalaya fue utilizada durante la época musulmana como lo atestigua una lápida escrita con caracteres arábigos que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional. Más alla de su valor histórico, la muralla forma parte del perimetro de una edificación moderna delimitando también una de las calles del pueblo lo que le da un valor de patrimonio vivo aun hoy en día. 
El pueblo de Ibros ha explotado turísticamente esta característica y estatuas de soldados íberos pueden verse en alguas rotondas como reclamo para aquellos turistas que pasan raudos camino de lugares más atractivos de la zona como Baeza, Úbeda o Jaén. Sin embargo el muro que da sentido a toda esta parafernalia sigue tranquilo y silencioso, formando parte del trazado urbano y esa es quizás su mayor virtud.










d




Comentarios

Entradas populares